Sus libros o citas en otros. (Foto: H. Lima Quintana; O. Bayer y Q. Llopis).

Decidí que, de todos mis oficios terrestres, el violento oficio de escritor era el que más me convenía. Rodolfo Walsh

El Arrepentido (2005)

El meollo del relato son las confesiones del ex presidente del Concejo Deliberante de Berazategui, quien se autoincriminó al denunciar que llevaba las valijas de la corrupción para Juan Mussi, ministro del gobernador Eduardo Duhalde en el período 1994-2002.
Esta investigación periodística complementó aquellos dichos en el Expediente 256.522, aún abierto, tramitado ante el fiscal Luis Armella (luego, juez federal) de Quilmes, por Presunto enriquecimiento ilícito, Peculado y Cohecho. Es la mega causa judicial más grande que haya existido jamás en la ciudad desde su autonomía en 1960. Involucró a todo el gabinete municipal y citó a declarar a los 24 concejales de la época.

La primicia de Moya fue compartida y co escrita con Ulises Caballero, Edgardo Boyraz y Daniel Sueldo.

Obra Registrada ante la Dirección Nacional del Derecho de Autor con el Nº 5151491.



EL ARREPENTIDO

de Berazategui

Yo le llevaba a Mussi las valijas de la corrupción”

Prólogo
En agosto de 2005, el poder político municipal se vio conmocionado por las impresionantes denuncias de un "Arrepentido" en sus filas.
Esas denuncias fueron recogidas en una edición especial en periódico en la que participaron periodistas de Art. 14.
Contenía los dichos de un ex presidente del Concejo Deliberante de Berazategui, mano derecha del intendente Juan José Mussi, relató irregularidades aceptadas por él mientras formó parte del poder. En sendas entrevistas, detalló el procedimiento y montos cobrados como sobornos y coimas para la aprobación de ordenanzas a fin de autorizar la instalación de Barrios Cerrados, Bingos y Cementerios, entre otros emprendimientos privados. Indicó fechas y forma de pagos de sobresueldos a funcionarios y dirigentes de entidades intermedias vinculadas a la comuna y la designación de ñoquis municipales. Se explayó sobre los viajes de placer del grupo íntimo del intendente que serían abonados con fondos públicos.
En sus declaraciones, manifestó que Mussi se sentaba en la oficina de Carlos Infanzón y manejaba todo como si fuese el intendente.
Las denuncias ante la prensa fueron presentadas a la Justicia.
Había dicho a los periodistas y a un concejal que quería “contar todo”, que estaba "arrepentido", y que deseaba realizar la denuncia para “limpiar su nombre” y así “poder mirar a los ojos” a su familia.
Sus acusaciones trascendieron hasta en medios nacionales, como Radio Mitre y la revista Veintitrés, luego del programa especial de “Huella Digital”, por Canal 7. Minutos antes de que se emitiera, abogados del intendente se presentaron al canal del Estado para amenazar al periodista Mauro Federico con acciones judiciales si emitía la entrevista, además de informarle que su entrevistado ya “se había desdicho”. A pesar de las amenazas, Mussi sólo logró demorar el informe, no detenerlo. La producción del Canal pudo contactarse con El Arrepentido, quien manifestó que fue “secuestrado” y obligado a desdecirse. A pesar de ello, el trámite judicial avanzó hasta convertirse en una mega causa contra todos los concejales, el gabinete municipal y hasta el intendente.
De cómo se logró ese hito sin precedentes en la historia de la ciudad, trata este libro.

Ulises Caballero
Director

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La corrupción es el precio que se paga a los individuos por participar en decisiones contrarias al interés general (…) Cuanto más inicuos son los actos cuya aceptación se exige de un hombre, mayor será la probabilidad de que un día diga basta, y que por debajo de las solidaridades mafiosas recupere el impulso generoso”.
Horacio Verbitsky,
Robo para la Corona (1991)



CAPITULO I
Así empezó la película



Salí de la Municipalidad seguro de haber recibido mi propio Watergate.
Crucé hasta la Redacción a encontrarme con Ulises, justo cuando llegaba Daniel.
–Menos mal que estamos juntos –saludé– No saben lo que tengo entre manos.
A las bromas respecto de mi cara y la actitud de actor que adoptaba, siguió un gesto de mi parte, un leve cabezazo que invitaba a acercarnos al contiguo local de comidas caseras. Pedimos algo y nos sentamos.
Ahí empezó.
Quité la batería de mi celular y les sugerí que hicieran lo mismo. Ambos se miraron y lo hicieron sin reparos. Pensé que iban a reírse, pero no; apenas un comentario para desdramatizar.
No estaban acostumbrados a esas ceremonias misteriosas pero no reaccionaron como si quisiera mandarme la parte. Los tres sabíamos que, desde que estábamos con radio La Guillotina, habíamos molestado a gente que podría pincharnos los teléfonos.

Esta vez, el enemigo no era Edesur, ni Aguas Argentinas, ni las empresas contaminantes, ni la Bonaerense, ni la política tradicional, aunque se acercaba. Busqué decirlo con pocas palabras:
–Acaban de darme la primicia del mayor escándalo político en la historia de Berazategui: está dispuesto a hablar el mussista que llevaba las valijas de la corrupción.
A Ulises se le iluminó la cara al tiempo que se arrellanaba en la silla plástica; Daniel estiró los labios y apretó los párpados.
–Tiene que ser alguien muy cercano al Negro ¿Estás seguro?
–Lo es. Manejó el Concejo durante una década.
–¿Y está dispuesto a dar la cara? ¿O sólo quiere hablar en off?
–Parece dispuesto a todo. Por eso pidió verme, porque yo ya lo había denunciado hace años.
En ese momento trajeron nuestro pedido hasta la vereda.
–¿Quién es? ¿Podés decir?
Miré mi celular desarmado.
–Sí…
Fui interrumpido por una frenada y los bocinazos de la esquina más transitada.
–… Para eso los llamé, porque es un tema muy grande, porque además de amigos estamos juntos en un proyecto periodístico y porque sé que no va a salir de acá. La fuente me pidió que no dijera nada pero yo argumenté que éramos un equipo.
Me pareció que había pasado un rato desde que me habían pedido el nombre. Se los di:
–“El Pampa” Aicardi.
Todos lo conocíamos. Era quien, en agosto del 2000, había comandado la paliza contra Ulises, en plena sesión del Deliberante, rescatado por el padre de Sueldo. Y yo había denunciado que formaba parte de una familia de narcos, en 1996, la segunda vez que me fajaron, y la última, luego de que la Justicia me diera la razón: Su casa fue allanada, la droga encontrada y una de las hermanas condenada a 4 años y 2 meses a pesar de tener como abogado al mediático y millonario Fernando Burlando.
–¿Y porqué pidió hablar con vos?
–Porque Gallese le echó en cara el quilombo que armé en su momento.
–¿Y Gallese qué tiene que ver?
–A él acudió el Pampa cuando todos los demás le cerraron la puerta.
–¿Por eso quiere hablar?
–Eso le dijo a Gallese. Yo todavía no hablé con el Pampa. Apenas me enteré, quise contárselos. Tenemos que armar una estrategia porque el tipo dice tener pruebas y quiere mostrarlas. No tiene opción; como nadie le cree, lo único que le queda es dar algo concreto. Y esas pruebas van a venir a nuestras manos, gracias a Gallese.
Angel Gallese era el único de izquierda en el Concejo Deliberante aunque no el único decente. Nos conocimos en 1995, cuando él militaba con ‘Pino’ Solanas y yo acababa de ser elegido secretario general del Círculo de la Prensa de Berazategui, lugar desde donde creí que mi obligación era contar lo que mis colegas mayores no podían porque se arriesgaban a perder la pauta publicitaria que posibilitaba la impresión de sus quincenarios.
Pero estaba equivocado. Casi nadie quería que contara la verdad. Entre esos pocos había estado Gallese, uno de los primeros entrevistados para mi libro “Leña: La Historia Negra de Berazategui” que, por falta de recursos, distribuí como fascículos coleccionables en papel de diario.
Aquello debió haber cimentado la confianza que aquel barbudo deparó para el pelilargo que yo era. Justo diez años después, él ya era concejal por el Polo Social de Luis Farinello, y yo había perdido el pelo pero no las mañas y andaba con ganas de festejar aquella osadía periodística que me había valido el odio de quienes se creían dueños del poder pero también su respeto, y el de quienes no se resignaban a que la ciudad fuera manejada por quienes creen que nunca deberán rendir cuentas de lo que hacen con los dineros que todos pagamos por tasas e impuestos.
Contra lo que podía esperarse, diez años después de haber contado aquella Historia Negra, Gallese no sólo era el mismo idealista de siempre sino que éramos más.
Entre ellos, Daniel y Ulises. El primero, hijo de Carlos Sueldo, de quien había heredado el periódico Realidad, al que ahora imprimía una línea independiente y más volcada al periodismo que nos era enseñado en la Universidad de La Plata. El menor, hijo de José Caballero, histórico dirigente en el gremio municipal a quien, por enfrentar la corrupción, le partieron la cabeza contra la pared, lo que le acarreó consecuencias que su memoria aún paga pero su alma no reniega.
Con ambos estábamos, alguna vez, en el mismo local de comidas, cuando nos cruzamos con la concejal Carmen Pezet (PJ); poco entrenada en hablar con la prensa, le dijo a Daniel:
–¿Vos sos el hijo de Caballero, no?
–No. El, Ulises, es hijo de Caballero. Yo soy Daniel.
–Ah, el hijo de Sueldo.
–Sí –interrumpí–. Y yo… soy el hijo de puta.
Rieron de buena gana. Y la edil, sin negarlo, partió en cuanto pudo. Ella sabía que sus jefes no hubiesen visto bien semejante camaradería con esos HdP que, cada vez que podían, editaban todas las tropelías del intendente Juan José Mussi.
Ya me lo habían confesado, entre varios, el hijo de otra concejal devenida al mussismo, a quien crucé en la Av. 14:
–Es que si nos ven con ustedes, después nos hacen lío, ¿viste?
No era bueno que la viesen con nosotros. Aún cuando no sabían en qué andábamos.
(…)


En qué quedó la causa
El fiscal que actuó en primera instancia, Luis Armella, hoy es juez federal.
Los abogados fueron varios y cambiaron en distintos momentos.
El Dr. Dante Morini, de Berazategui, renunció al patrocinio cuando Aicardi no se presentó a ratificar su denuncia en el programa especial de Canal 7 (ex ATC).
La abogada Mónica Frade brindó una conferencia de prensa junto a su cliente, el concejal Angel Gallese, en la que denunció haberse enterado de que Aicardi se había quedado con un cheque dirigido a ella en concepto de honorarios.
En sede judicial, Alberto Moya fue el primer periodista que se presentó a declarar. Aportó ejemplares de su publicación “Leña” (concebido como libro aunque editado en papel prensa hacia 1995) y más datos acerca de hechos de presunta corrupción en la administración mussista.
El fiscal Armella dijo agradecer la presentación espontánea de ciudadanos con material que aportar. Luego, libró citación a todos los concejales y quedaron ligados a una investigación por “presunto enriquecimiento ilícito”. Su investigación alcanzó también a la Intendencia por la presunción de peculado y cohecho, entre otras acusaciones, en lo que empezó a ser llamada “la megacausa”.
El impulso disminuyó con el paso de los años y los resultados electorales favorables al principal denunciado: JJ Mussi.
No obstante, la cusa no fue cerrada y puede retomar ímpetu con sólo una decisión política.
Cualquier cambio de gobierno o de políticas desde el poder central puede disparar esa bomba de tiempo que lleva el número 256.522.

Repercusiones en otros medios.
Indymedia