Sus libros o citas en otros. (Foto: H. Lima Quintana; O. Bayer y Q. Llopis).

Decidí que, de todos mis oficios terrestres, el violento oficio de escritor era el que más me convenía. Rodolfo Walsh

Prólogo a pedido (2014)

Colegas de Formosa me han solicitado un prólogo para su libro con crónicas que tienen por protagonista al río. Les agradezco en inmerecido honor a las autoras, además de a Leonardo Fernández Acosta (del diario El Comercial) quien me pasó la foto de su ópera prima y su prefacio.
El mismo nivel de agradecimiento tenemos con el profesor Alberto Moya que dedicó tiempo a leer nuestros trabajos y dar su siempre punzante opinión como editor destacado. Sin ese invalorable aporte seguramente nos hubiera costado llegar a la meta.
Carina Cóspito, Leonardo Fernández Acosta, Fabiana Lescano, Patricia Sarti
CRÓNICAS DEL RÍO PARAGUAY - 1ª ed. Julio 2014. Formosa
PROLOGO
El río es como un padre a cuya muerte no sobreviviremos.
Tan importante y absorbente es.
Ese progenitor de vida acunó en su vera a la mayor parte de quienes se afincaron como paso previo a ser pueblos; con sus brazos proveyó de agua, comida e higiene, además de un carguero de metáforas.
Todas esas herencias se verán en estas líneas, que no son las únicas ni las primeras en un país que presume de tener “el más ancho del mundo”.

"Este río posee una envergadura colosal, que no encuentra similares en el mundo... sus orillas y la retorciera son llanuras ferrases que encierran un paisaje humanizado".[1]

De ese Río de la Plata, de donde provengo, otros periodistas han destacado su trascendencia histórica:

"Atrajo las corrientes Atlánticas de la civilización europea y las continentales de la tradición Americana. El río padre fue irradiando su influencia en las tierras contiguas o centralizando a éstas en un sistema económico impuesto por la morfología geográfica... y fue también el órgano vital de su sistema circulatorio".[2]

Esta "Puerta de la Tierra" no posee la misma importancia para los habitantes de la gran ciudad que lo saben contaminado. El brazo que se interna para dividir al sur la Capital Federal con el conurbano es un Riachuelo que "puede ser, según se lo mira, rumbo geográfico, obstáculo pestilente o sueño melancólico, si se piensa que alguna vez fluyó la vida y se podía nadar”.[3]
No es de esa tristeza irredenta que hablará este libro, sino de la vida que aún fluye en el que baña Formosa; cuyos autores se inscriben –con este trabajo– en la mejor tradición de letras que se inspiran en ese padre ora proveedor, ora castigador.
En tal tradición, Carina Cóspito, Fabiana Lescano, Leonardo Fernández y Patricia Sarti vienen a suceder a otros escritores que ya compendiaron en crónicas las historias del Río que da entrada al país,[4]como de quienes le han cantado a partir de distintos géneros, edades y lugares.

"El río es un viejo rayo caído sobre la tierra".[5]

El poeta correntino Juan Genaro Beoda cuenta que conoció"gente de río"; "ni pesqueros ni jangaderos; gente que tiene un respeto muy grande por el río y habla de él como si fuese su hermano; que lo espera siempre en el mismo lugar".
Su hallazgo se reproduce en otras voces:

Fui al río, y lo sentía cerca de mí, enfrente de mí.De pronto sentí el río en mí, corría en mí. Era yo un río en el anochecer. Me atravesaba un río, me atravesaba un río.[6]

Si el agua inspiró poesía, sus sonidos devinieron en música.
Así, los artistas populares, le dedicaron canciones que llegaron a constituirse en clásicos; desde los entrerrianos Hermanos Cuestas que compararon “el Uruguay no es un río es un cielo azul que viaja”[7],hasta la veta filosófica aportada por el santafesino Horacio Guarany: “La vida también es río que va golpeando la piedra. / El tiempo es como un dorado que senos va de la mano cuando menos lo esperamos”.[8]
Pero es la correntina Ramona Galarza quien con más éxito llegó a portar el río en su nombre al ganarse el apodo de “La novia del Paraná”, luego de incorporar al cancionero litoraleño interpretaciones como aquella en que el curso de agua brinda una impecable metáfora:

Mira qué cabeza loca, Poner tus ojos en mí,Yo que siempre ando de paso, No podré hacerte feliz.Yo soy como el Paraná, Que sin detener su marcha, Besa la playa y se va.[9]

Quienes, por una cuestión generacional, no hayan disfrutado de aquellas ofrendas vocales, pueden apelar a las reversiones del Chaqueño Palavecino y percibir el acompañamiento del río en las emociones que por excelencia inspiran a los poetas: “Y me quedé meditando las cosas tan tristes que tiene el amor”.[10]
Así como Palavecino le cantó a su “Pilcomayo querido”[11],Jorge Fandermole le deparó su poesía sublime al Paraná:

  Tengo el color del río y su misma voz en mi canto sigo,  el agua mansa y su suave danza en el corazón;  pero a veces oscura va turbulenta en la ciega hondura  y se hace brillo en este cuchillo de pescador.[12]

Este miembro de la nueva trova rosarina, uno de los mejores letristas del alguna vez rockero Juan Carlos Baglieto para quien describió un cuerpo como un “Río Marrón”, dedicó todo un disco a la inspiración del agua:

Navega, alma mía, navega,respira el dolor por las velas.Navega, navega.Todo lo que arde va en el viento al olvidoy así mide mi vida el reloj del ríopor dónde iré flotando con el último latido.[13]

Nada que envidiarle a las metáforas de los Cuentos dela selva, de Horacio Quiroga.
Si este prólogo subió aguas arriba desde el Plata por Entre Ríos, Corrientes, Santa Fe, Chaco, Misiones, fue para desembarcar en la Formosa que me arrulló un par de años en los que trabajé, viví y me entregué al amor junto a ese curso de agua en que, al decir de Serrat, “a fuerza de desventura su alma es profunda y oscura”.
Debo ser de los pocos habitantes con el privilegio de haber visto más de una vez desde arriba a esa tierra influida tanto por sus sequías como por el río. Así vislumbré una cruz como el monumento más grande dela ciudad; una presencia religiosa que se repite en cada aspecto de las crónicas de este libro, donde muchos protagonistas se encomiendan a Dios o a la Virgen.
Es lógico suponer que ese sentimiento se multiplique ala hora de escribir estas líneas, en que –otra vez– el río padre muestra su carácter castigador que nos lleva a pensar qué habremos hecho mal.
De donde vengo, el conurbano sur, en Quilmes se constituyó el primer balneario de río en la provincia de Bs. As.[14]y, Berazategui, la ciudad de donde es oriundo el último secretario de Ambiente de la Nación, quien debió haber hecho algo para cuidar el ecosistema que se agrava con la cultura sojera de desmonte y consecuente cambio climático que podría ser uno de los factores que inciden en las inundaciones.[15]
Pero vivimos en una sociedad que minimiza la importancia de la contaminación como la de la corrupción, dos asesinos silenciosos que, sin embargo, no pueden deshacerse del cadáver que, en el caso de la metrópolis, huele tan mal que su hedor es tan famoso como su nombre:Riachuelo.
Ojalá nuestra experiencia al sur de la Capital Federal sirva de aviso a quienes están en el extremo norte del país; ojalá estas crónicas ayuden a la reflexión acerca de cuánto debemos cuidar aquello a lo que estamos tan unidos como el río.
Tenerlo presente será consecuencia de repasar una historia de décadas
siempre latente
siempre a punto de recomenzar
que, como el río, renace a cada momento
en cada creciente,
tras cada sequía;
aunque nunca sea el mismo río,
aunque siempre adopte la misma pose,
lo que lo define a aquél es su transcurso,
la reiteración de su curso,
su permanencia.
Tal vez eso nos pase a los humanos:
el uno del otro sabe que permanecemos;
tal vez a una distancia prudencial
pero permanecemos
sin que hierro alguno melle la memoria.
Conocemos su rumor, como una conversación, y nos quedamos mirándolo con una sonrisa colgada que denota nuestro extravío.
Es la constatación de que no estamos escuchándolo, porque no importa lo que nos diga, sino su compañía; que esté ahí con su murmullo de partenaire.

Alberto Moya

[1] De Marco,Durán, Sazone, en Límites y fronteras dela República Argentina (1979), de Raúl Rey Balmacedas.
[2] Ricardo Rojas: Eurindia, 1924/1980.
[4] Duizeide, Juan Bautista: Crónicas con fondo de agua. Vidas secretas del Río de la Plata. Continente, Bs. As., 2010 ISBN 978 950 754 316 6 Colección Sudestada N° 5 (220 pág.)
[5] Juan Genaro Beoda, en La Tierra sin mal. Blanca Rébori (1992) ISBN 950 912 9550
[6] Juan Ortiz, en La Tierra sin mal. (1992)
[7] Río de los pájaros.
[8] Pescador y guitarrero.
[9] Río Manso, de Cholo Aguirre.
[10] La vi bajar por el río, de Guarany.
[11] Pilcomayeño.
[12] Oración del remanso.
[13] Navega (Shagrada Medra, 2002) con canciones como MarinaOración del remanso o Lo que usted merece (una canción de cuna costera).
[14] Salustio, Matilde Inés: El balneario de Quilmes. El tiempo libre en Argentina. Ed. Piro, 2009 (190 pág.)
[15] Moya, Alberto:“… Y después la gente va y lo vota”. Biografía periodística de Juan José Mussi. La Guillotina, Berazategui, 2013 (400 pág.) ISBN 978 987 45150 0 1